Una manta plateada rozaba la cabeza de las infancias más altas en la entrada del Teatro Solís. Mientras las acróbatas de Va Caer Circo hacían equilibro sobre los zancos y desplegaban alas plateadas rozando las cabezas de las familias, el espectáculo de la Kompañía Romanelli se iba armando en la sala.
El público se adentraba poco a poco. Los tres pisos de palcos y las gradas bajas del Teatro Solís se llenaron. Algunas infancias recorrían los pasillos de alfombras rojas, otras se maravillaban con la cúpula del teatro y el murmullo fue continuo.
Minutos antes de iniciarse el espectáculo, la impaciencia de los cientos de núcleos familiares cooperativistas comenzó a resonar hasta en los labrados techos de la sala. Los aplausos se entremezclaron con las risas.
Al apagarse las luces, las camisetas blancas, los vaqueros y toda ropa clara comenzó a brillar tenuemente en la oscuridad. De repente, en el escenario se armó un circo. Dos estandartes con una persona sobresaliendo al final y dos farolas iluminan tenuemente el escenario.
Las vocecillas del público comienzan a extenuarse. Con pelos naranjos, largos y similares a las rastas aparece el maestro de ceremonias brillando. Después aparece Olej, un niño de nariz verde, brillante y grande que insistirá en hacer su truco toda la función.
Las infancias asombradas preguntan como se llama el maestro de ceremonias. “¿Cómo te llamas?”, retumba la pregunta en las filas de atrás y se reproduce en las del frente. En uno de los números un muñeco pierde su cuerpo que es reemplazado por una pelota. “Ohh”, se asombran las infancias y sus voces provienen al unísono desde los estrados, los palcos y filas del Teatro Solís.
Dos payasos comienzan a tirar de las puntas de una cuerda para que un tercero, el equilibrista, comience a posarse sobre ella. Una niña grita: “no se peleen”. El público acompaña con palmas las maniobras ingeniosas de esos fluorescentes títeres. Los y las adultas no se quedan atrás.
La causa de Olej comenzó a rescatar adeptos en el público. De a poco las infancias van tomando partido: desean que finalmente el niño haga su espectáculo y así, cuando se cumple. Finalmente, lo hace y culminan las expectativas. Después, solo para las y los presentes, se revelan los secretos de la magia del teatro negro.