Al comenzar la entrevista Fernando Gabriel Enciso, conocido como Petru Valensky, nombre artístico que representa a un ave griega de boca grande acompañado por el apellido de la protagonista literaria Daisy la princesa de Judith Krantz, sostiene que ser “el tipo que vistió de mujer que entró más casas del país” también lo lleva a no tener días libres. Todo empezó en febrero de 1982, cuando debutó en “Café Concert”. “Siempre fue así”, dictamina sin mostrar señal alguna de cansancio. Ha hecho teatro, cine, musicales y, sostiene que lo que más le gusta de su trabajo es “el cariño del público”. Le gusta “ser popular” y no cambiar un ápice su espectáculo, por más de que se encuentre taconeando sobre un piso de tierra, sobre loza radiante o frente a integrantes del Opus Dei. Todas las personas ven el mismo espectáculo sin distinción de clase.
Ya a sus 17 años tuvo que enfrentar la vida en soledad, sus padres y su hermana se habían mudado a al Paraguay del dictador Alfredo Stroessner. Pero la vida lo llevó a dedicarse al teatro: le ofrecieron un personaje en “¿Quién le teme a Italia Fausta?”, una obra en la que trabajó durante 35 años, y así comenzó el camino del reconocimiento. La tele llegó después cuando Omar Gutierrez lo ve en la veterinaria en la que trabajaba. Al reconocerlo de Italia Fausta, lo invita a integrar “De igual a igual”. Así empieza su carrera en televisión. En una de sus últimas entrevistas concedida a la diaria, aseguró tener una cabeza “socialista”. Lo cierto es que, como fiel admirador de Nacha Guevara, cantó durante Dictadura: “si los nuestros quedaron sin abrazo, la patria casi muerta de tristeza, si el corazón del hombre se hizo añicos, antes de que estallara la vergüenza, usted se preguntará ¿por qué cantamos?”, poema del en su momento censurado, Mario Benedetti. En ese entonces el público, según recuerda, ovacionaba. Algo que aún hoy emociona a unos y unas cuantas. Aún hoy.
Se te ha preguntado de todo ya.
Sí, sí. Por qué el nombre. Dónde nací. Todo. Pero, no te preocupes, no tengo problema en contar todo de nuevo.
Comencemos por Italia Fausta me gustaría saber cómo hiciste para cantar “la patria casi muerta de tristeza” en dictadura.
Sí, sí. ¿Por qué cantamos?, de Benedetti. Me encanta. Es más, lo hice en la dictadura uruguaya y en Asunción en plena dictadura de Stroessner. Todos los días el régimen nos pedía el libreto. Lo revisaban. Hacía, Arquineadas, Él te quiero, el por que cantamos, y no se daban cuenta. No decían nada. Es más, llegué a hacer la versión de Nacha Guevara que dice- entona sin calentar las cuerdas vocales – “solo van a impedir las golondrinas y la luna nueva”. No se daban cuenta que eran temas de resistencia.
¿Cómo hiciste para enfrentarte a esas situaciones y superar el miedo?
Éramos inconscientes. Porque sabíamos donde estábamos nadando, pero lo tiramos una noche y no pasó nada. Lo tiramos dos y tampoco. Y seguimos así hasta que terminamos la temporada. Acá en Uruguay fue más difícil. Porque en el 82, era la época dura de la dictadura. Se tenían que ir y estaban con todo. Me acuerdo de que las hice en Controversia. Y era fantástico cuando cantábamos esas letras. Explotaba el teatro.
En una entrevista del programa "El Living" dijiste que las palabras “patria”, “pueblo” e “independencia”, generaban ovaciones.
Sí. Cada vez que se decían esas palabras. Ahora no pasa nada. Pero en esa época sí. Porque cantamos “no lo van a impedir” y aquello era impresionante. Cuando cantaba “porque cuando digo y los nuestros quieren que cantemos” hay gente que llora y se emociona. Y los aplausos son….
¿Aún hoy?
Aún hoy, aún hoy.
Y en esto de enfrentarse ¿cómo fue la construcción de los personajes?
Mirá que buena pregunta. Porque justo ayer estaba en casa y vi – medita tocándose la sien- un sketch de Gasalla. Y había violencia contra una mujer. Y me quedé pensando en que hoy eso sería imposible. Por ejemplo, en su momento, hice Petrucha, a la Pandora, el Jhonny Maltratame. Hice temas que hoy serían un escándalo. Mejor dicho, hoy no se pueden hacer. Lo celebro, ojo, pero en muchas cosas tuve que adaptarme.
¿Tu percepción es, entonces, que el artista depende del contexto en el que se encuentre?
Sí. La sociedad ha ganado muchos derechos. Los celebro y los valoro. Entonces, dentro de estos derechos no uso ya esos recursos de humor.
Tus personajes casi siempre son femeninos ¿no?
La mayoría son femeninos sí.
¿Por qué?
Me crié en la época del Café Concert. En los 60 y 70. Con Carlos Percivalle, Gassalla y Pinti e incluso la propia Nacha Guevara. Y ellos tenían una observación y rompían un poco con lo tradicional, decían que algunos personajes no llamarían tanto la atención de ser hechos por mujeres. Con todo el respeto, claro está. Siempre he respetado muchísimo a la mujer. Por ejemplo, hace tiempo atrás hice el personaje de una maestra que empatiza mucho con la mujer y la defiende a muerte. Es algo que he venido haciendo desde tiempos en los que no era tan común.
¿Cómo es el proceso de caracterizar a las mujeres?
Los personajes surgen de la observación. Cuando hice Greta Gabek Equino, pasé un largo tiempo construyendo el personaje. Salvo cuando hice una miniserie, ahí tuve que personificar a un comisario corrupto. Era un hijo de puta y mal tipo.
¿Te resulto difícil interpretar a ese personaje, tan distinto a los otros?
Fue difícil porque no está en mi esencia ser así. Ni matar por matar. Pero corri el riesgo. Fue una serie muy fuerte.
En el "Lado B" de TV Ciudad mencionaste que en los primeros años de Italia Fausta te enfrentaste a la soledad y a la dictadura ¿cómo fue la persecución dictatorial por fuera del teatro?
Era jodida. El 12 de enero de 1982 a las dos menos veinte de la mañana, una noche de calor, estaba interpretando un poema de Milar Rateau, lo estaba cantando en un teatro y de repente la luz se prendió y entraron los uniformados de verde. Mi cabeza dijo: “estos no son del espectáculo”. Marchamos a la jefatura. Eran las famosas razias. Y la discriminación era fuerte Te preguntaban si eras activo o pasivo en la comisaría. Dije que era activo y fue peor. Era a los que castigaban más. Me tuvieron toda la noche en una fila parado y me pusieron un número de ficha que tuve hasta 1995.
¿Cuál era?
No me acuerdo. No me acuerdo. Cuando abrieron los Archivos del Terror ahí estaba el día que me detuvieron y todo. Tuve que ir todos los años a pedir el certificado de buena conducta y no me daban el pasaporte. En 1989 viaje a Estados Unidos, con un pasaporte que me dieron en el gobierno de Julio María Sanguinetti. Y cuando vuelvo pienso que me iban a dar el pasaporte común. Pero no. No me lo dieron. Me dijeron que era provisorio. Entonces, en 1995, me lo negaron y les dije que iba a llamar a la prensa. Yo ya tenía cierto éxito con Italia Fausta y respaldos. Fue así como me arreglaron el asunto y me tacharon el antecedente. Pero fue jodida esa noche en la Jefatura. Tuve todo el tiempo en el subsuelo de la jefatura y no te podías dormir. Era una sensación terrible.
Mencionaste que siempre se vinculó con amigos que necesitaban, te cito textual: “tuve la inteligencia de rodearme con gente que necesitaba y que me ayudaba a mantener los pies en la tierra” ¿hablaba de la amistad o de los vínculos en general?
Mi vida es así – extiende la mano y señala el centro de su palma- yo estoy acá. Tengo trabajo no me falta nada. Tengo éxito, no tiro manteca al techo, pero como todos los días. Para crecer como persona siempre me he rodeado de gente que no tiene eso. Y he ayudado a la gente. Siempre digo que en los ojos de la pobreza hay dolor. Hay sufrimiento. Tanto en los niños como en los mayores. Una cosa que me marcó muchísimo y me conmueve terriblemente es una escena con la que me tope hace algunos años. Estaba saliendo de Plaza Libertad, bajando las escaleras, y había una señora haciendo garrapiñada. Me quedo a unos metros y se acerca una muchacha quien resulta ser su hija. Le dijo “mamá ya no puedo más, tengo hambre”. La mujer le contestó: “déjame vender algo para darte de comer”. Muy educadas las dos. Me marcó horrible. Y de por vida. Por suerte me he rodeado de personas que necesitan para crecer como ser humano. En ese momento tenia 20 años. Después en pandemia me tope con dos filosofías de vida y las mantengo: lagom y sequia.
¿De qué tratan?
Una es de Suecia y otra es de Dinamarca y Noruega. Hugant, la nombra así. Es igual que la Lagom pero tienen distintos orígenes. Esas filosofías te enseñan a vivir con lo justo y necesario. De dejarte de pavadas que te distraen de la esencia de la vida. Ellos lo llaman el secreto de la felicidad. Comencé a experimentarlas en la pandemia. Antes no era así, pero hoy lo sigo a rajatabla. Me hizo mucho bien. La conversación entre esa mujer y su hija, alguien me la mandó, porque me hizo mucho bien. Dentro del dolor y la depresión que me generó, pude darme cuenta de que había otro mundo. Trato de estar medio apartado a veces porque en mi trabajo me he rodeado de gente de poder y trato de estar un poco alejado.
¿Tu vida personal no está involucrado en tu trabajo?
No, he estado con la princesa Ana, con el rey Carlos. Qué se yo. He compartido camarines con estrellas internacionales como Celia Cruz. Conocí a presidentes y expresidentes. Cuando asumió Tabaré Vázquez, estaba al otro día de la asunción a las siete de la mañana en la casa con María Auxiliadora. Le lleve un ramo de flores y grabamos. Me adoraban los dos. Y yo a ellos. Con Pepe y Lucia era igual. Pero no me he mareado. Me he mantenido, gracias a esas filosofías, la cabeza centrada.
¿Por qué tomas esa cualidad como una inteligencia?
Me ha tocado en FUCVAM, por ejemplo, ir a salones comunales muy lindos y otros más austeros. A todos los disfruto por igual. Me saco fotos con todos y me encanta. No reniego, como reniegan algunos en mi profesión de lo popular. A mi me gusta ser popular.
¿Por qué te gusta ser popular?
Porque les llego a todos. A la doña de barrio y a la de Carrasco.
En TV Ciudad dijiste: “soy el tipo vestido de mujer que entró a más casas del país”.
Sí, sí. Eso. Son incontables la cantidad de lugares a los que fui. Años, muchos años trabajando. Me pasó hace no mucho, en una misma noche que fui a una casa humilde y a Jardines de Carrasco. Hice exactamente el mismo espectáculo.
¿El público se diferencia?
No, no, no. La reacción es la misma, le llego a los dos públicos.
En retrospectiva, mirando la vida y viendo las inteligencias y desinteligencias ¿decís yo “elegí esto”?
Si, yo elegí esto, sí. Soy de los convencidos de cuanto más soñás y soñás algo se te cumple. Algunos lo llaman el secreto. Vivo en el lugar que siempre quise vivir. De la manera que quiero vivir. Siempre quise ser quien soy. Porque con esta edad uno va moldeando la personalidad, la va creando, la va dibujando. Siempre he hecho las cosas así. He sido y soy lo que soñé.
¿Y qué cosas eligiste?
Vivir en donde vivo. En un último piso, chico, con mis afectos y mis cosas. Ese lugar es mi espacio, mi templo. Después elegí hacer lo que hago: el teatro, el cine, la televisión y los espectáculos. Y tercero el haberme construido como gente con todo lo que soy. La gente me quiere por como soy.
En una entrevista con la diaria dijiste que tenías una cabeza socialista ¿a qué te referías?
Que quiero lo mismo para vos, para la señora del frente, para la que se va, para la que vive en la calle, para todas quiero lo mismo. Las mismas oportunidades, que se brinde todo lo mismo para vos, para mí, para ella. Tengo una frase que dice: “todos venimos a esta tierra, el camino puede ser largo o corto, pero nos merecemos una palabra: felicidad". Y la felicidad es el hogar, los hijos, de salud, de trabajo, de crecimiento personal y eso es muy importante. El crecimiento personal es crecer desde uno.
¿Alguna vez sentiste algún tipo de agresión por su sexualidad?
Una sola vez. Hace muchos años en la Universidad de Montevideo, nada más. Con algún tipo de gente como esa del Opus. Pero no directa. Si la de la Universidad de Montevide, sí. Fui a hacer un espectáculo y no pude llegar al fondo porque me sacaron. Sin mediar palabra, claro, iba de taco, medio vestida de peluca y me dijeron que no. Fue la única vez que viví eso.
¿Cuándo fue?
En 1997.
Has hecho, teatro, televisión…
... cine, radio, ópera, zarzuela, musicales que hice, espectáculo de tango, hice pila de cosas
Si tuvieras que elegir ¿cuál fue su personaje o etapa favorita?
Italia Fausta. Fueron, imagínate, 25 años. Toda una vida. Desde el día uno hasta el último. Italia Fausta y después los musicales, la Bien Pagá, Solo Petru, Carmen, el duo de la africana. Uff, yo que sé.
En esto de que tener una mentalidad socialista, ¿te ha influido en la construcción de tus personajes?
No, en lo único que podría ser es en valorar a todos por igual e ir a cualquier lado y hacer exactamente lo mismo en todos lados.
¿Te llevas bien con la soledad?
Si muy bien. Mis padres se fueron adolescente casi adulto con 17 años se fueron, tuve pareja 15 años y después nunca quise. Y me llevé bárbaro con la soledad. Muy solo sí. Muy solo.
¿Por qué después de 15 años no quiste reconstruir un vínculo?
Me cuesta. Abrirme no. Conocer a una persona, saber su mochila, que él sepa la mía, me cuesta pila, me da pereza.
Estás cómodo, entonces.
Sí, amo la soledad. La amo. Sí.
Igual es soledad concurrida, ¿no?
Sí. Ah, bueno sí, siempre están ellos.
Te gusta su individualidad.
Sí, claro, me levanto a la hora que quiero. Pongo un tema para escuchar, miro tele, me vuelvo a dormir.
¿Cuál es la cualidad que valoras más en las personas?
La sinceridad. Que sean alegres, que sean sinceros, no soy de exigir mucho, el respeto, obviamente, pero pido eso. Alegría, sinceridad. Porque donde me mientas baje la cortina y ya está.
¿Sos determinante?
Sí, pero te lo digo, porque digo absolutamente todo. Estoy en contra, no me gusta que la gente llegue tarde.
¿Sos de enojarte?
Sí. El último enojo que tuve fue una periodista que filmaba el espectáculo, que no se puede porque está registrado. Entonces le dije que no se podía filmar y siguió filmando y cuando terminó el espectáculo. Es como que no le importaba. Qué fuerte.
¿Si tuvieras que definir tus principales influencias en la música?
Nacha Guevara, sin dudarlo. Y Alberto Favero que fueron músicos extraordinarios. Y ella. Empecé en el Café Concert por ella, escuchando a patito feo, mi ciudad, que se yo el vuelvo de Mario Benedetti.
¿Y en la actuación?
Gasalla. Pinti. Perciavalle. Fueron fundamentales.
Compartiste con ellos, también.
Sí, con los tres. Pinti, cuando hice la temporada larguísima esa en Avenida Corrientes, me cedió el teatro para que hiciera Italia Fausta. Un gesto y una generosidad impresionante. Con Gasalla grabe Bárbara, Dont worry, en Punta del Este, y Carlitos, lo tengo siempre en los miles de entrevistas que le he hecho y aparte estuvimos a esto de actuar juntos, no se dio por un tema de tiempos.
¿Si tuvieras que definir al público de FUCVAM como lo definirías?
Cálido, alegre, respetuoso. Es bárbaro, me encanta.