Con la intención de reflexionar sobre la militancia feminista más allá de las limitaciones fronterizas y poder sumar insumos de cara al próximo Congreso del Pueblo, la central sindical convocó a la filósofa, investigadora y escritora feminista madrileña, Clara Serra.
La conferencia de la filósofa, que tuvo lugar en el PIT-CNT el pasado miércoles 12 de abril, giró en torno a conceptos que analizaron tanto la vida interna de los movimientos populares en clave feminista como las fragmentaciones que se desarrollan dentro del propio movimiento.
En su análisis, Serra sostuvo que en el mundo existe un creciente voto “muy masculinizado” de la extrema derecha causado por una “guerra contra el feminismo, por la guerra contra la defensa de la libertad sexual, y contra las disidencias sexuales”. Esta reacción “antifeminista” que se despliega en varios países del globo conllevó a que la escritora madrileña y exdiputada por Podemos, realizara una serie de advertencias.
¿Cómo hacer que el movimiento popular pueda construir un pueblo feminista?
Serra analizó varios elementos a la hora de responder las cuestiones planteadas. En primer lugar, los movimientos de izquierda, ya sean partidarios, sindicales o cooperativos, deben otorgar al feminismo un lugar central en sus agendas.
“Las mujeres suelen hacer una doble militancia, una en un espacio feminista y otra en sus colectivos sindicales o partidarios”, señaló la madrileña. Este desdoblamiento es producido tanto por las cuestiones feministas que han generado “suspicacias y desconfianzas” en sus organizaciones, así como al hecho de que el feminismo “ha custodiado sus fronteras” y ha puesto al movimiento en forma casi exclusiva en los hombros de las mujeres. “Tenemos que explorar las oportunidades que nos brinda el movimiento para la construcción de una sociedad y un pueblo feminista, y tratar de que la tarea no esté únicamente en manos de mujeres”, sostuvo.
“El feminismo viene a repensar la lógica capitalista del trabajo. Cuando ponemos del revés la estructura de que hay una división sexual de trabajo, no solamente evidenciamos que las mujeres han estado obligadas a cuidar en la invisibilidad del hogar sin remuneraciones, ni derechos. También estamos enunciando que los hombres son los encargados de sostener jornadas infinitas y una terrorífica cultura de trabajo. La lucha es para que los hombres también puedan cuidar”, se explayó Serra.
En este sentido, las “demandas feministas” tienen una génesis completamente “revolucionaria” que apunta a la “transformación de la sociedad en su conjunto”. Este deber feminista produjo un segundo cuestionamiento en la filosofía madrileña: “¿qué feminismo necesitamos?”.
Los peligros de conquistar el sentido común
Como objetivo del feminismo es, según Serra, la transformación de la sociedad, hay varios elementos a los que hay que prestar atención. “El feminismo puede conquistar el sentido común”, subrayó la filosofía para luego añadir que esta condicionante lleva a que muchas de las reivindicaciones políticas del movimiento sean captadas por la extrema derecha, incluso, para ser utilizadas para ir contra minorías como la población migrante.
“Tras el 8 de marzo español de 2018, que fue uno de los que logro mayores convocatorias. El Partido Popular, conocido por sus ideas católicas y por ser de derechas, saliera a la prensa con pins violetas”, aseguró la madrileña.
Para Serra, si bien existe un “peligro” de que algunos discursos sean cooptados por movimientos de derecha, esto no significa que el “feminismo sea traidor” de clase, sino una forma de comprender que tras sus victorias “todos quieren formar parte del equipo”.
En esta dualidad, existe también una doble tarea: “por una parte, el feminismo tiene que dejar de ser sectario, se tiene que abrir e invitar y seguir invitando gente, pero sin ser vaciado de significado”.
Una de las ideas principales que abordó la filósofa española fue que el movimiento feminista debe “huir de la trampa del esencialismo” que empuja a algunos movimientos radicales, conocidos como terfs en Uruguay, a “patrullar las fronteras” para ver si una lucha pertenece a las mujeres o a las disidencias sexuales o identitarias. “Ese es el feminismo que no necesitamos”, sostuvo.
En este sentido, el feminismo “muy apegado a la mujer” es aquel que deja de lado “la construcción de alianzas” y de “imaginarios” de sociedades futuras. “Esto nos lleva a no comprender que el problema del patriarcado es un sistema, una estructura que no solo afecta a las mujeres, sino que también afecta a las disidencias y a los hombres”, argumentó.
La precariedad laboral de los hombres, la falta de políticas migratorias y el enfoque punitiva es algo que, según la filósofa, los feminismos deben abordar. “Las extremas derechas cuando pujan por la condena perpetua en las cárceles utilizan casos de agresión sexual como argumento”, advirtió.
“Tenemos que pensar como feministas en un nuevo concepto de Justicia, en nuevos Códigos penales. Y como sociedad tenemos que convencernos de que la Justicia no es lo mismo que la venganza, y que la única forma de generar soluciones es no castigar al agresor, sino restaurar a la víctima”, explicó.
A modo de conclusión, la filósofa expuso que el feminismo debe afrontar su propia coyuntura, pero debe poner sobre la mesa los temas fundamentales para poder “transformar a la sociedad” y construir más alianzas “que romper cadenas con divisiones”. En este sentido, exhortó a las y los militantes a no unirse por “lo que somos, sino por la lucha que nos convoca a todos, e imaginar a la sociedad que deseamos juntos y así dejar de lado las tentaciones esencialistas que excluyen otras luchas”.