30 de Diciembre del 2022
La seguridad alimentaria en las cooperativas
Las huertas en la cooperativa de los jardines, TEBELPA
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En la cooperativa de los jardines, una especie de pequeña Valdense montevideana, unas diez personas decidieron cultivar una huerta y esperan con entusiasmo a que el resto de la cooperativa se contagie.

Lechugas, acelgas de tallos amarillos, tomates, romero, lavanda, morrones, cibulette entre otros cultivos, conforman parte del ecosistema producido. Como la producción es orgánica y solo depende Al cultivar flores al borde de los canteros o entre medio de los otros vegetables la mayor el accionar de los insectos se concentra allí.


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“Una de las cosas más complicadas es la participación, las personas deberían acercarse más, conseguimos la tierra y se puede mantener la huerta, pero eso exige tiempo, por eso cuánto más seamos, mejor”, sostiene Diego. Mientras que su compañero comenta que faltan afinar algunos elementos para mejorar la participación, como es la colocación de las huertas en estantes que permitan poder cuidar a las plantas sin necesidad de agacharse. “Hay muchas personas mayores en esta cooperativa y estaría bueno poder lograrlo”.

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Otros elementos como son la adquisición de plantines o de tierra se realizan mediante la intermediación de la Intendencia de Montevideo, organizaciones civiles y donaciones de terceros. “Pensamos en realizar nuestro propio compost, pero se necesita invertir más tiempo, por ahora somos una decena”, indica Diego.

La historia del verde

Si se camina en medio de la calle Islas Canarias, lo acompañarán durante la duración del trayecto dos hileras de olivos, y en la plaza ubicada en las entrañas de la cooperativa se asoman otra decena de pinos. TEBELPA es definida por la tinta académica como “la cooperativa de los jardines”. Y se ve como una pequeña Colonia Valdense en la mitad de Belvedere.

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Aídé, una de las primeras cooperativistas, se acerca a los responsables de las huertas para señalar, simplemente, que hoy los pinos, olivos y palmeras que proporcionan sombra en ese ecosistema cooperativista son una parte reducida de lo que había en el predio.

“Sacábamos camiones de rosas. Se dejaron los árboles, nomás”, narra la socia fundadora de TEBELPA a sus 70 años. El nombre de la cooperativa hace referencia a los tres barrios donde estaban las fábricas en la que trabajaban los cooperativistas: La Teja, Belvedere y Paso Molino. Los trabajadores de distintas fábricas textiles la zona se decidió fundar en la cooperativa en 1970. Lograron construirla entre 1974 y 1977.

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“Este predio pertenecía a un hacendado, que tenía un vivero, los caminos estaban tupidos de rosas, y tenía pequeños caminitos por donde ir a pasear y ver”, relata Aidé. Pero de a poco el camino se fue volviendo menos espinoso y si bien TEBELPA tiene su propio gimnasio, su propio comercio y sus cientos de viviendas, el color que más predomina es el verde.

El efecto del verano no se siente. A esa hora de la tarde, dos horas antes de la seis, el sol debería abrasar el cuerpo. Pero las sombras que brindan tanto los olivos como los pinos o las palmeras impiden que el calor toque el suelo y el aire no espesa. Según observó Indiana Cardozo en su tesis de maestría: “Cambios en el proyecto cooperativo durante la convivencia. La experiencia de TEBELPA”, el arquitecto a cargo del proyecto pudo conservar el 95 por ciento de lo dispuesto en el predio.

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Para definir la selección del terreno en el que construir la cooperativa se contemplaron aspectos ambientales, laborales y de confort: que “su ubicación fuera aproxima a las fuentes de trabajo, que la dimensión sea adecuada para doscientas viviendas y que permita la elaboración de algún tipo de vivienda que contemplara la privacidad”, según sostiene Benjamín Nahoum en “Una historia con quince mil protagonistas. Las cooperativas de vivienda por ayuda mutua uruguayas”.

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