EL APOYO DEL DEPARTAMENTO DE APOYO
¿Para qué el DAT hace el seguimiento de las obras?
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Foto: Gustavo Castagnello

En el año 2000 FUCVAM creó su Departamento de Apoyo Técnico (DAT), lo que suscitó en ese momento algunas discusiones, particularmente con los institutos de asistencia técnica (IAT), que pensaban que la idea, a corto o largo plazo, era sustituirlos. Hay que reconocer que esto alguna vez se planteó en la Federación, y que, luego de la reflexión necesaria, se desechó esa idea de algunos compañeros, preocupados por el trabajo insatisfactorio de ciertos IAT. Porque cuando otro está haciendo algo que no está bien realizado, la solución no es hacerlo uno mismo, sino ayudar al otro a mejorar su tarea. Y porque no forma parte de los cometidos gremiales, el asesoramiento técnico remunerado que dispone la Ley de Vivienda como requisito indispensable de funcionamiento de las cooperativas.

Las responsabilidades que al respecto se asignaba al DAT en su propuesta de creación eran, entre otras, “apoyar técnicamente a las cooperativas que requieran un asesoramiento independiente del que les brinda el Instituto de Asistencia Técnica contratado” y “contribuir al mejoramiento continuo de la empresa cooperativa, mediante programas de capacitación en gestión y seguimiento, apuntando al incremento de la eficiencia y la calidad en las obras y proyectos”. Y para ello se le cometían estas tareas: 

  • desarrollar y poner en marcha “con apoyo del Área Educativa de FUCVAM (…) programas de capacitación en materia constructiva, de diseño, económica, reglamentaria, jurídica, social, de gestión empresarial y de programas, para la mejora de la calidad y eficiencia, (sin) sustituir la tarea educativa que corresponde a los IAT (…) sino complementarla desde una óptica gremial”:
  • realizar “asesoramientos concretos a cooperativas en casos en que se requiera para abordar problemas de obra, relación con Institutos y oficinas públicas, etc.”;
  • asesorar “a los Plenarios de Cooperativas en formación y en obra”:
  • efectuar “un seguimiento general del avance de las Cooperativas en obra, en función de las certificaciones correspondientes y de la planificación y cronograma físico y de inversiones aprobados previamente”.

Casi veinticinco años después, estos cometidos y estas tareas se mantienen como prioritarios, porque la Federación considera que contribuyen de manera importante a que nuestras cooperativas logren sus objetivos (no solo la construcción de las viviendas, con las condiciones requeridas, pero necesariamente eso) y a que el Modelo FUCVAM mantenga su vigencia y continúe siendo la mejor solución al problema de la vivienda de los sectores populares.

Como se ve, una de las herramientas que se mencionaba específicamente que el DAT debe aplicar es el seguimiento de las obras, lo que permite conocer cómo se están desarrollando estas y en consecuencia colaborar y asesorar cuando sea necesario,

Para hacer ese seguimiento, un importante recurso a emplear, desde luego, es que las cooperativas nos informen qué está pasando con sus obras, con especial hincapié en las dificultades, pero también es necesario manejar datos directos, obtenidos de la documentación que maneja la Agencia Nacional de Vivienda, pero también de la visita a las obras, que nos permite tener una visión propia de primera mano.

Los datos con los que la ANV hace a su vez el seguimiento son el proyecto, el presupuesto y cronograma, y los mayores de obra, que van indicando cómo van avanzando las obras y en qué rubros. Esa información FUCVAM antes la recibía directamente, pero ahora se requiere que la cooperativa autorice que se nos pasen los datos, lo que se hace simplemente dándole “clic” a una celda de la planilla del mayor de obra que está claramente señalizada. Cosa que muchas cooperativas ya han hecho… pero otras todavía no. Con eso ya tenemos (tendríamos), por ejemplo, una idea clara del cumplimiento de los plazos, y como consecuencia, de la marcha de las obras, pero no de cómo están organizadas ni de cuál es la realidad económica de cada proyecto, que son datos esenciales, porque de repente los plazos van bien, pero la programación de la obra no ha abierto suficientes rubros, y eso va a dificultar que sigan bien, o están yendo bien, por ejemplo, porque hay un gran número de contratados y eso, tarde o temprano, va a desfinanciar a la cooperativa.

Por ello es importante que toda la información, que debe estar al alcance de todas y todos los cooperativistas, y está a disposición de las autoridades si la requieren, también la conozca la Federación, porque si siempre será mejor prevenir que curar, y corregir a tiempo que corregir tarde, para eso hay que saber, a tiempo, qué es lo que hay que corregir.

Tengamos en cuenta que, si bien hay más de medio siglo de experiencia acumulada sobre las cooperativas de vivienda, la autogestión y el empleo de ayuda mutua, para cada grupo es la primera vez, y para la mayoría de las familias que los integran, también es la primera vez. Es muy útil que haya gente con experiencia previa, o con oficio o capacitación en construcción y organización empresarial, pero este modelo tiene que ser exitoso para los que saben, pero también para los que no saben, para los que están dispuestos a poner todo su esfuerzo y entusiasmo, pero enfrentan algo que desconocen.

¿Cómo se puede trasmitir esa experiencia de cinco décadas a los nuevos, a los que van a emprender la aventura por primera y quizá última vez? No se trata de que aprendan a ser albañiles, ni gestores, ni administrativos, pero sí de que sepan hacer bien lo que van a tener que hacer, con la ayuda de profesionales y técnicos, para que la cooperativa salga adelante. Enseñarlo es una tarea de los institutos, sin duda, pero a veces estos también son nuevos, o lo son los técnicos que trabajan en ellos, y es sabido que estos temas solo figuran en los cursos opcionales que los arquitectos, trabajadores sociales, contadores o abogados hacen para recibirse. Y de repente, el que los tiene que enseñar, no los aprendió.

Por ello, esa tarea es un gran desafío de la Federación, que es el gran sintetizador de todas esas experiencias, y por ello tiene la posibilidad y la obligación de trasmitirlas a nuevas generaciones de cooperativistas. Y para hacerlo mejor, es que tenemos que saber qué está pasando en cada cooperativa, cómo se está organizando, que dificultades tiene, cuáles son sus fortalezas y sus carencias. No para decir lo que está bien y lo que está mal, porque eso depende de demasiadas cosas, humanas y materiales, para que pueda pensarse que hay reglas infalibles, sino para mostrar las piedras que hay en el camino, y cómo otros antes pudieron sortearlas (o tropezaron con ellas) y para procurar adelantarse a los problemas, para que, cuando aparezcan -que siempre alguno va a aparecer- se tengan más conocimientos para enfrentarlos.

Por eso, para poder ayudarlos más y mejor, es que el DAT necesita que nos abran las puertas de vuestras cooperativas. Y también que quienes ya han hecho la experiencia, con éxitos y con fracasos que han sabido superar, nos ayuden a volcarle todo eso a los que están ahora en la pelea. Para lo cual tenemos la necesidad imperiosa de multiplicar los recursos disponibles, y para eso es vital la integración o el acercamiento al DAT de compañeras y compañeros que ya hayan pasado por la etapa de construcción, con responsabilidades en ella y estén dispuestos a compartir lo que han vivido y aprendido.