Hace 40 años que Fanny Campanella conoce FUCVAM. Un vínculo tan estable como es y fue el habitar en su vida: nació y se jubiló en la capital del departamento de Salto. Aunque sus orígenes mezclan dos puntos geográficos distintos. Su madre, Guillermina de los Santos, fue una muchacha oriunda de un pueblo artiguense, Sequeira, y su padre fue Justo José Campanella, un “bohemio” radicado en la capital salteña.
Como era “común” en esa época, la madre de Fanny, teniendo 15 años, fue a la ciudad para trabajar, siendo encomendada la misión de hacerlo para un “ricachón de estancia”. En ese interín, la muchacha fue a enamorarse de un bohemio que prefería boxear en las noches a la calidez del hogar.
Un buen día la abuela de Fanny, madre del susodicho bohemio, decidió ponerle un punto final a la “vida loca” de su hijo. Cuando comenzó a trabajar en la aduana, el matrimonio entre ese asentado funcionario público y Guillermina, ya era un hecho. Ella concibió a nueve crianzas y adoptó a otras cuatro. Fanny, una de las del medio, nació el 12 de enero de 1963.
Fanny hoy tiene 62 años y dos hijos. Se casó dos veces. Tras enamorarse abandonó el liceo: “una no puede llorar sobre leche derramada”, zanja para proseguir a su siguiente punto. Pese a estar jubilada de empleada doméstica, destina gran parte de su tiempo a la militancia en FUCVAM. Una de sus principales preocupaciones militantes es afianzar el vínculo de la región norte de la Federación.
Conoció FUCVAM cuando tenía 15 años. La solidaridad de los Campanella fue heredada por varias de sus hijas y en un contexto de organizaciones populares y efervescencia militante de izquierda, se fundaron las primeras cooperativas de vivienda por ayuda mutua en Salto: COVISUNCA y COVIFOEB. En 1975, cuando Fanny era apenas una adolescente, solía visitar a una de sus hermanas y fundadoras de la salteña COVISUNCA.
Allí vivió un buen tiempo y esa experiencia vital tuvo un desenlace bastante premonitorio: “me integré al sistema como pez en el agua, me encantó el sistema colectivo, cómo se integraban los jóvenes de la cooperativa. Lo disfrute a pleno, porque todos éramos iguales, todo se compartía como una hermandad sin distinción del que tuviera más o menos”, resume Fanny.
En 1993 se fundó una cooperativa COVITAM, en su mayoría hijos de las familias de COVISUNCA y COVIFOEB. Ella se integró en 1995, “soy casi fundadora”, cuando su hermana menor se lo aconsejó. Su cooperativa, según describe, es esas de la vieja escuela o “una vieja militante”. Y agrega que muchos de los integrantes de su directiva formaron parte de la Dirección Nacional, como Mario Altamiranda o Adrián Olivera.
Desde COVITAM a la Federación se la trataba “con mucho respeto y admiración”. Por eso, pronto, Fanny descubrió una fuerte curiosidad el trasfondo y el funcionamiento de la organización federada de las cooperativas por ayuda mutua.
“En un principio escuchaba a los dirigentes en la Asamblea, los de FUCVAM en mayúscula, y si bien no entendía muchas veces el funcionamiento en sí de la organización, sabía que había que estar”, introduce.
A sus primeros años de militancia los clasifica dentro en un proceso de “idealización”. Aunque, según expresa, aún hoy y pese a conocer los altibajos de la organización, conserva un profundo arraigo: “me dio todo lo que hoy soy, todo lo que aprendí, me cambió la vida FUCVAM”.
Tras la curiosidad que le despertó en esos primeros años, Fanny comenzó a formarse en CUDECOOP, a militar en la Mesa Departamental y a comenzar a tener contacto con diversos departamentos de la regional. Su cooperativa era una de las más participantes y ella se contagiaba con ese ambiente colectivo: “me atrapaba, quería saber más”.
Para cuando pasó a integrar su propia cooperativa, COVITAM, ella ya era una adulta de 30 años. Pasaron seis años de aprendizajes y claros oscuros, para que ella fuera la primera presidenta de COVITAM, en 2019, para luego iniciar otro período de aprendizaje en la Dirección Nacional de FUCVAM. Ahora ella precide su cooperativa por tercer período consecutivo.
Lo que más la motivó a participar de las diferentes instancias colectivas, además de los discursos de dirigentes como Gustavo González, “Cachorro” Santana Fernández y Fernando Zerboni, fue una escena que transcurrió durante una Asamblea General.
Una compañera, cuyo nombre Fanny no recuerda, pidió la palabra. Era de Montevideo y no recuerda la cooperativa. Pero si logra rememorar cómo esa mujer tomó el micrófono para decir “unas cuantas verdades”.
Tenía puestas chinelas y sus pies estaban estragados y aun así, para sorpresa de Fanny, pudo hablar. “Qué verdades, qué coraje”, rememora para después admitir que tras observar esa escena comenzó a trabajar su propia autocensura y timidez. Su motivación fue decir lo que pensaba en público, como aquella mujer, ya sea en plenarios, en Asambleas y en un futuro las reuniones de la Dirección Nacional de FUCVAM, cuya integración comenzó en 2017.
Allí pudo construir su propio rosario de anécdotas, las que hoy cuenta desde su casa en Salto tras aclarar que es jubilada de empleada doméstica y remarcar que durante toda su trayectoria siempre existió una compañera que la impulsaba a seguir adelante.
¿Qué te motivó a tomar la responsabilidad de integrar la Dirección Nacional de FUCVAM?
Fue un momento en el que el departamento y la región quedaron a la deriva. En 2017, un integrante de la Dirección Nacional renunció. No viene al caso mencionar el por qué. Justo venían las elecciones nacionales y una compañera hoy fallecida, Ana Fortti, me dio para adelante. Me dijo que no me tenía fe y que no me daba cuenta: “pero sos vos la que no crees en vos y no te tenes fé, postúlate que te apoyamos”.
Si no lo hacía las cooperativas del departamento íbamos a perder el nexo. Me presento con pocas expectativas.
Entré en el período en que Alicia Maneiro fue presidenta de FUCVAM y cuando Alicia Puyo llegó de tesorera. Para ingresar necesitaba cien votos, llegué a los 200. Claro y no me daba cuenta, pero militaba en la escuela, en el departamento y en el litoral me conocían por los intercambios que teníamos.
Y después del reconocimiento ¿cómo fue tomar esa responsabilidad?
Perfil bajo. No creyendo mucho en mí. Pero convencida de que no me estaba haciendo la estrella.
Y haber recibido esos 200 votos, ¿qué significó para vos?
No podía creer, no podía creer. Ahí empecé a preguntarme, ¿dónde me metí? ¿cómo me debo a la gente? ¿Qué responsabilidad me tiré encima? Aparte, todavía laburaba. Otra cosa, recibí un gran apoyo por parte de mi compañero. Para la mujer militar y ser del interior, es difícil, muy difícil. Te tenés que ir abriendo camino. A esta altura, te puedo decir que ya no idealizo cosas. Soy más realista. Es un ámbito de lucha y un ámbito de poder como cualquier otro ¿no?
El machismo muchas veces aflora. Incluso aunque seamos siete mujeres en la Dirección Nacional.
Esa era otra pregunta, ¿qué pensás de que en la Dirección Nacional hayan siete mujeres? Son mayoría ¿no?
Como estamos hoy, digamos sí. Pero todavía cuesta, todavía cuesta.
¿Qué cosas, si quieres contar o decir, qué cosas son las que cuestan, en cuanto a tu rol como mujer dentro de la Dirección o dentro de los ámbitos de militancia?
Ahora en la actualidad, hoy por hoy, te puedo decir que no estoy viendo eso de que nos cueste. Pero hubo etapas. Hace ocho años estoy ahí y viví todo el proceso. Cómo costó dar la discusión, argumentar y hacer valer tu postura. A mi me costó mucho. Y todo costó desde un compañero que no modifique el volante. Era como un mire que los de Salto sabemos leer y escribir. También vamos a la Facultad.
Esas cosas dolían. Pero me hice una coraza. No tenía que demostrar que era débil, ni que tenía ganas de llorar. He visto compañeras llorar destratadas y ninguneadas. Tampoco vi que otra mujer la defendiera.
Hoy trabajamos más hablados, más tranquilos, más solitos y con más experiencia.
Justo hablaste de compañeras de militancia, te iba a preguntar, ¿qué destacarías de tus compañeras de Dirección?
Hay con quienes nos vemos una vez al mes y nada más. Algunas son excelentes compañeras. Les destaco la sinceridad, la solidaridad y el compañerismo de ser buena gente y buena persona, por sobre todas las cosas.
En tu proceso también hubo compañeras, e incluso de que vos misma te invalidabas y no te dabas el lugar ni el espacio para hablar en público. Viendo eso de tu propio proceso y de cómo lograste hasta hablar en público ¿qué le dirías a una mujer o disidencia dentro de una cooperativa de vivienda por ayuda mutua para que participe?
En primer lugar, que participe. Que participe sin miedo, que se largue tal cual es, que estudie mucho, que lea mucho, que se informe mucho y que se largue. ¿Qué le brindaría desde mi experiencia? Todo el apoyo incondicional para que pueda no solo llegar a donde llegué, sino que vaya a por más.
¿Cómo te definirías como militante?
Como militante doy todo de mí. Siempre estoy dispuesta a aprender, trato de mantenerme informada. Soy consecuente y responsable. Creo que hay virtudes que las traigo de nacimiento. Influye mucho la educación y el ejemplo de mis viejos. Soy una militante con ideales y no los transo por nada, ni nadie.
A vos ¿qué te motiva a seguir militando?
Es que creo que hay un mundo mejor y que es posible. Y lo voy a seguir creyendo hasta el último día, de mi vida. Y que estoy una convencida de que lo podremos lograr, siempre y cuando estemos unidos, sin egos personales, sin intereses personales. Pensando en el colectivo.
¿Qué representaba para vos el 8 de marzo?
El 8 de marzo para mí es un día simbólico. Para mí todo el año es 8M. El 8M es para decir, acá estamos, estas somos y tenemos voz. Y gritar cada vez más fuerte por las que no la tienen. Ayudarlas a que estén. Para mí es un día de lucha, de felicitarnos por lo logrado y defender eso logrado, ¿no? Atesorar eso logrado e ir por más, ir por más, siempre por más.
Excelente, fuiste muy concreta. Hasta ahí fueron mis preguntas, pero no sé si tú querrías agregar algo, una conclusión o algo que quieras decir que te parezca que no tocamos en la entrevista. Sobre marzo, sobre la Dirección Nacional o sobre aspectos políticos.
Sobre marzo, que me parece que en la federación debería de ser no solo la fecha si prepararnos para el 8M. Me parece que el Área de Género, que es la que toma la posta de esto, debería ser algo más que un área. Deberíamos de trabajar a futuro para lograr que sea una comisión estatutaria, que tenga el relevamiento y la importancia que tiene.
Tenemos que incorporar nuevos temas en la lucha por los derechos a las mujeres cooperativistas. Me parece que no hemos tocado todas las aristas. El interior debe estar presente en las direcciones.
Sobre la Dirección Nacional, que las reuniones no siempre sean en Montevideo. Se hizo solo una vez en Salto, nada más.