URBANISMOS EN TIEMPOS DE ULTRADERECHA
El arquitecto y urbanista alemán Stefan Thimmel comenta su fascinación por FUCVAM
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Foto: Equipo Comunicación de FIUCVAM

Tras visitar dos cooperativas de FUCVAM, el arquitecto y urbanista Stefan Thimmel dialogó con El Solidario sobre las nuevas configuraciones parlamentarias que tendrán lugar en el parlamento de la Unión Europea y las consecuencias que tendrá este giro diestro en las políticas y la realidad de la vivienda en Europa.

Thimmel conoció Uruguay a comienzos de la década del noventa. Trabajaba en un proyecto del frigorífico Anglo en Fray Bentos. Justo, en una de la capital nacional del cooperativismo, conoce a la Federación. El modelo lo cautivó tanto que dos años después inició un programa de becas, ASA, para que becarios alemanes trabajen en la FUCVAM. Con el paso del tiempo el vínculo de Thimmel con nuestro país se volvió más estrecho, al trabajar como consultor freelance para Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) - Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional, por su traducción al español - y Habitat International Coalition América Latina (HIC).

 

La relación con Uruguay continuó con contactos esporádicos y la producción de trabajos sobre FUCVAM en alemán era casi un quehacer cotidiano. Entre 2006 y 2007, el arquitecto alemán habitó suelo oriental durante los meses más calurosos y al comienzo del invierno volvía a su país para, también, vivir la temporada estival. Finalmente, en 2011 comenzó su trabajo en la Fundación Rosa Luxemburgo y hoy es Director del Departamento de Vivienda, Alquiler y Urbanismo de la Fundación, cuya aliada estratégica es Die Linke en Alemania.

 Aunque su tema sea la vivienda, también se ha interesado por otros aspectos del habitar humano. Gracias al apoyo de Redes Amigos de la Tierra, publicó en 2005, “Entre el desierto verde y el país productivo: el modelo forestal en Uruguay y Cono Sur” y en 2016, Publicó, junto a Casa Bertolt Brecht, “Las Canillas Abiertas de América Latina: el agua común y derecho humano”. 

El próximo 9 de junio, el Parlamento de la Unión Europea, definirá su composición. Hay posibilidades de que el ultraderechista, Maximilian Krah, integre el parlamento por Alemania, mientras que al mismo tiempo también hay grandes posibilidades de que la izquierda se quede sin bancas, ¿podríamos decir que este es el punto de inicio?

En 14 días habrá elecciones en los 27 países que son miembros de la Unión Europea. Para integrar a la UE por Alemania solo basta el 2% de los votos. La izquierda va a entrar, pero en comparaciones con elecciones anteriores va a perder. Son cada cinco años. Creo que la izquierda en general, no solo la alemana, está en esta disyuntiva. La extrema derecha en Alemania es la que tiene la mayoría de los votos, el partido se llama Alternativa Para Alemania (Afd). El primer candidato para la lista no es Maximilian Krah. Han pasado cosas en estos últimos dos o tres días…

¿Lo echaron por sus declaraciones sobre la SS, el ejército paramilitar de los nazis? ¿se define ultra alemán no?

Se define como ultraderecha. Uno de sus líderes (Björn Höcke) tiene un juicio por usar símbolos de la SS. Pero renunció al puesto para evitar más daños. 

Mencionó que el fenómeno del avance de la ultraderecha en muchas partes del mundo, usted justamente trabaja en la Fundación Rosa Luxemburgo que tiene una visión internacionalista de los problemas, ¿le parece que esto es parte de un proceso o es algo espontáneo?

Es un fenómeno internacional, sí. Lo ves en Francia, con Marine Le Pen, la extrema derecha va a ganar las elecciones con un 30 %, como en Italia, con la presidenta Giorgia Meloni, en Portugal, en España, con Vox. Hay un giro a la derecha en general en toda Europa y también en Alemania hace diez años. La AFD en Alemania creció, creció y creció en los últimos cuatro a cinco años. Ahora la ventaja sobre el partido actual de gobierno es del 17 al 18 %. Una locura. Los verdes que están en el gobierno están en 15%, los socialdemócratas también. Y tienen muchos escándalos y van a hacer disminuir…

¿La credibilidad en el sistema?

Sí. Lo mismo pasó en Uruguay. Ahora está Cabildo Abierto, pero vos esos votantes estaban en el Partido Colorado. Lo mismo pasó en Alemania. Una parte de la población sigue siendo de ultraderecha. Un poquito de nuestra Historia. Pero ahora se están levantando en toda Europa. El principal tema es la migración. Nadie encuentra una solución a la problemática y los ultraderechistas comenzaron a reproducción el discurso de que los inmigrantes van a violar a las mujeres. En todos los lados son los mismos. Hay 16 estados en toda Alemania, y en tres estados, la Afd va a ganar con una ventaja del 30 %. Eso es un problema grave, si por primera vez en la historia en un estado alemán cala la ultraderecha. 

¿Esos tres estados son estratégicos para Alemania?

Son tres estados de cinco, estados de lo que la República Democrática Alemana, o sea la alemana socialista, durante la época del Muro de Berlín. Están, muy, muy fuertes. 

Uno de los objetivos de la Fundación Rosa Luxemburgo es unir el norte con el sur global, en esta circunstancia, ¿cómo puede resignificar el trabajo?

Para mí es internacionalismo solidario. Una retroalimentación con las diferencias que el desarrollo implica en el norte y el sur global. En eso trabaja la Fundación, somos parte de una red internacional y queremos fortalecer el socialismo, por supuesto, pero también el trabajo internacional solidario, es un equilibrio. La situación económica en todos los países está cambiando y lo del giro a la derecha tiene que ir cambiando. Todo esto encuadrando lo que hay que defender y también el problema del futuro, que con la crisis climática, se suma la angustia. Es todo muy complicado. 

Berlín estuvo en las noticias del mundo por ser una de las ciudades que plebiscitó, en 2019, la expropiación de 240 mil inmuebles. ¿Por qué si bien ocurre el avance del neoliberalismo y la falta de certidumbre futura, ocurren esta clase de expresiones radicales como la expropiación?

Berlín tiene millones de habitantes y en 2019, junto a las elecciones, hubo un plebiscito. Ese plebiscito consultaba a las personas si estaban a favor de que las grandes compañías internacionales cedieran al Estado unos 3 mil apartamentos. La mayoría estuvo a favor…

Las adhesiones fueron significativas, estamos hablando de un 56.4 %.

Sí, la mayoría dijo que sí. Pero después no pasó nada. Hubo un plebiscito con una campaña de milagro, porque estábamos luchando contra compañías. Eso fue un milagro si porque en barrios berlineses, como acá podrían ser Pocitos, Malvín y otros barrios, ganó la mayoría. Y no solo en los centros educados. Pero el gobierno cambió dos veces y perdió la fuerza progresista. Hubo una comisión para armar la respuesta burocrática al plebiscito, pero implicaba la posibilidad de un juicio, y la comisión no estaba obligada a ejecutar. Ni una sola vivienda se expropió. Era interesante la campaña y tuvo notoriedad mundial.

En los relatos de la contracampaña se señalaba que se estaba atacando a la propiedad privada, ¿como evitar que sea novedoso?

Es verdad. Lo único que no es la propiedad privada de la famosa abuela que alquila una casa o dos apartamentos. Si no que estamos hablando de grandes capitales internacionales con 3 mil apartamentos. Hay familias que hoy son millonarias y que tienen hasta dos mil apartamentos. 

En el sentido de que se buscan alternativas que no son las dadas por el sistema, y que en este plebiscito se fue contra la concentración de capitales, ¿no es una muestra, al igual que expresiones como las del AFD, que la población busca definiciones radicales o estructurales?

Fue sorpresivo, fue un único caso. En Alemania tenemos una gran falta de vivienda. Y para mucha gente, porque esto tiene dos partes y la expropiación era posible. En especial porque la comunalización de los inmuebles, que pasan a ser propiedad de la comuna berlinesa, significa también un vector de regulación de alquileres. Y todo eso pasa porque muchas personas hoy viven en condiciones que no son buenas, o necesitan más espacio, o no lo tienen y por eso votaron. No era una postura política o un deseo de cambio radical en el mercado de vivienda. Pero es una señal de que se tiene que frenar algo. Sí, definimos ir por el camino de la concentración de la vivienda. Hay muchas campañas que intentan convencer a la gente y fracasan. Nosotros, en este caso, fue un éxito. Eso sí puede ser algo radical. 

¿Cuál es el déficit habitacional en Alemania?

Faltan casi un millón de viviendas, otros 10 millones viven en condiciones limitadas. Y solo se construyen 270 mil viviendas. Sobre todo faltan viviendas económicas de acceso para gente con pocos recursos y la clase media. Las viviendas que hay son caras y un lujo.

¿Cuál es la forma de acceso a la vivienda más común?

En Europa en general el porcentaje de acceso a la vivienda es entre un 60 a un 80 % a través de la propiedad privada. En Alemania, el 52 % accede por alquiler. Pero si pensas en el resto del continente, el país que tiene más acceso a la vivienda por alquiler es Suiza con un 58 %, nadie piensa en Suiza porque es uno de los países más ricos, pero sucede que los porcentajes generales también toman países como Croacia o Rumania, que acceden en entre un 96 a un 98 % por propiedad privada. Aun así eso fue que cuando el estado dejó de ser socialista le vendió las propiedades a la población y aún siguen endeudados. El punto es que Alemania está detrás de Suiza en acceso a la vivienda por propiedad privada y tenemos más alquiler que propiedad privada. El mercado de vivienda sigue siendo un tema interesante, un asunto político importante, a nivel mundial o internacional. 

En Alemania, ¿hay políticas de regularización de alquileres?

Nuestro país siempre tuvo regularización fuerte en torno a los alquileres en comparación a estos últimos 30 años. Hoy todas las regularizaciones están en peligro. Tenemos ese problema y que la mayoría de las viviendas no son nuevas. Hay algunos límites, cada dos o tres años la suba del alquiler no puede ser más del 10 %. Pero si hay una inmobiliaria privada con 20 apartamentos nuevos sí, porque al haber falta de viviendas se flexibiliza la construcción. En los últimos 30 años no se construyeron viviendas. 

¿Por qué?

Hubo errores de cálculo demográfico primero. No se calculó la cantidad que hay de familias y de cuántos niños necesitan vivienda. La gente en Alemania no solo vive más años, sino que vive en sus casas, por otro lado, tenemos una gran cifra de emigración desde la guerra en Ucrania y en Siria. Fueron millones de personas las que llegaron. Entonces, ese cálculo no se hizo y hoy hace falta una gran cantidad de viviendas. 

¿Cómo se podría revertir esta situación?

Primero que se tiene que hacer frente con la izquierda y sus demandas. Segundo, se tiene que destinar más dinero para la construcción. El Estado tiene compañías comunales de construcción, entonces se pueden estandarizar los costos e internalizar la ganancia. Y que el estado subsidie la construcción para las personas, porque si se deriva el dinero a privados, las ganancias son para los propios empresarios y no para el estado. También se tiene que aumentar la regularización de las cooperativas. 

¿Es posible construir una cooperativa de vivienda en Alemania?

En Alemania hay una gran ciudad cooperativa, que también es de ayuda mutua, pero con otro sistema porque el de acá no es compatible. Pero hubo la posibilidad de comprar unas 500 viviendas y formar una cooperativa. Hay alrededor de 20 mil socios. Se define por asamblea la suba del alquiler, la baja y mis hijos pueden gestionar el apartamento. 

Entonces, ¿es propiedad colectiva?

Los propietarios somos todos nosotros. Son además viviendas dignas, que es un lujo en Alemania. Las viviendas dignas deben ser una demanda de la izquierda. El Estado lo que puede hacer en la actualidad es financiar la construcción de apartamentos, que después, pasan a ser cooperativas, donde hay control de precios y nadie me puede echar.

Por último, y teniendo en cuenta que tocamos muchos temas de vivienda, con estos elementos sobre la mesa, ¿cuáles son los elementos indispensables para reflexionar una visión internacionalista sobre la vivienda?

Algo muy importante: fortalecer el derecho a la ciudad. Que quiere decir el derecho de la sociedad a tomar las posibilidades, que no existan espacios para ricos o para pobres, sino que las sociedades entiendan este derecho. Estamos lejos, cada vez hay más segregación, cada vez más gente con menos recursos no vive en el centro de la ciudad. Lo que sucede en Ciudad Vieja es un ejemplo de gentrificación, pero con cooperativas, es un lujo.

Ayer me contó la alcaldesa del Municipio B, Silvana Pissano, que lograron hacerse de la zona pese a que Ciudad Vieja es un tesoro para el capital internacional. Esa clase de conceptos son los que tenemos que escuchar, porque la vivienda no puede ser una ganancia, no puede ser un objeto de mercado, es un derecho humano. Y debe ser tratado como tal. 

¿Entonces el derecho a la ciudad tiene que ver con una visión comunitaria de lo público?

Una visión comunitaria, sí. No privada. Es el acceso a todos los beneficios de una ciudad, a la comida, a la cultura, a los servicios, a la educación, a la seguridad para mujeres y niños. Es todo lo que te pueda dar una ciudad, no solo ciudad por ciudad, sino que los espacios públicos sean habitables.