El Ministerio de Vivienda, que financia los programas, y la ANV, que controla su desarrollo, están de acuerdo en que es necesario evitar todos esos perjuicios, y por eso, la reglamentación que rige el otorgamiento de préstamos a cooperativas (Resolución Ministerial 540/2008, con las modificaciones introducidas posteriormente) establece en su artículo 95 que “Cuando la Cooperativa incurra en atrasos que impliquen el incumplimiento del avance establecido en el Cronograma de Obra, en el plazo de obra y/o el plazo total, será pasible de la aplicación del mecanismo de intervención del MVOT”, y en el 96 que “en caso de existir un desvío del cronograma en más de un 15%, tanto en los montos invertidos como en el plazo de ejecución, que no sean justificados por los servicios técnicos, se hará una revisión del proyecto cooperativo por parte del MVOT”. Aunque la resolución no lo dice explícitamente, se sobreentiende que los desvíos que pueden originar la revisión son aquellos que alargan los plazos.
Lamentablemente, que esas cosas pasen no es excepcional en los programas cooperativos, por problemas de planificación, de seguimiento, de organización de las obras u otros, por lo cual tampoco es excepcional que se le exija a algunas cooperativas que reprogramen su obra para corregir esos incumplimientos. Es claro que si el problema se verifica o se detecta cuando faltan tres meses para terminar el plazo, difícilmente podrá corregirse, pero si se lo advierte más o menos rápidamente se pueden hacer muchas cosas para solucionar, o al menos mitigar los problemas.
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¿Qué es reprogramar? Es reexaminar el programa de la obra, operando los cambios necesarios para subsanar los problemas que tenga, con el objetivo de corregir los desvíos producidos. Y si ello no es posible, evitar al menos que se sigan produciendo y aunque se agudicen. Pero, muchas veces, en estos casos, las cooperativas, mal asesoradas por sus IAT, se limitan simplemente a estirar los plazos para que, sin tocar un punto ni una coma más, las obras se terminen en el nuevo plazo previsto… lo cual no va a suceder, porque no alcanza solo con eso.
Por ejemplo, si una obra, programada a 24 meses, al cumplirse la mitad de ese plazo, en vez de llegar, pongamos, a su 50%, está por ejemplo en un 25% (meta a la que debería haber arribado a los seis meses, suponiendo, para simplificar, un avance uniforme) tendrá a esa altura un desvío (retraso) de 12-6 = 6 meses. Entonces, la fácil es sumarle 6 meses al plazo original de 24, y 24+6=30 meses, ¡ya está reprogramado! Y nos quedamos contentos.
Pero el problema es que, si no hacemos nada nuevo, si no modificamos alguna de nuestras rutinas, el avance seguirá teniendo el mismo ritmo de antes, la mitad del correspondiente a hacer la obra en 24 meses, y, por lo tanto, la obra se terminará no en 30 meses, sino ¡en 48!, porque a mitad de porcentaje de avance, doble de plazo. Y otra cuenta más, cuyo resultado es muy importante: si quisiéramos efectivamente terminar lo que falta en 30 meses en total, deberíamos llevar el avance de obra, que venía al 2% mensual (25/12) a un promedio del 4 y algo (75% restante/18), o sea hay que duplicar el avance mensual, lo cual, si no cambiamos nada, parece solo una expresión de deseos. ¿Se puede? Se puede, pero no si seguimos haciendo todo como lo estábamos haciendo.
Por otra parte, como se modificó el cronograma, pero no la organización de la obra, seguiremos atrasándonos, y al tiempo la Agencia de Vivienda detectará nuevamente que hay un desvío y deberá solicitar una nueva reprogramación y en tanto esta sea nuevamente solo un alargamiento del plazo previsto, habrá que seguir así quién sabe hasta cuándo. Parecerá una exageración, pero conocemos cooperativas que han hecho cuatro o cinco reprogramaciones; el resultado es que la obra les lleva cinco años o más, y que, cuando termina finalmente, está desfinanciada, y la cooperativa llena de deudas.
Lo sorprendente de esto es que la Agencia acepte y dé por buenas estas “reprogramaciones” que no son tales y que tienen un efecto beneficioso sobre la obra: por el contrario, porque crean la sensación de que se solucionaron problemas que solo se han empeorado, porque una neumonía no se cura con una aspirina.
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El primer paso que hay que dar es conocer por qué la obra no va al ritmo que debería ir, y eso puede ser causa de una cantidad de cosas: obra mal planificada (por ejemplo, planificación lineal, sin solape de tareas); con dificultades de suministros, por razones financieras u organizativas; sin el seguimiento adecuado (monitoreo); aporte insuficiente de la ayuda mutua (por incumplimiento, distribución de las horas, bajo rendimiento, poca calificación, etc.); aporte insuficiente de los contratados (escaso número, bajo rendimiento, poca colaboración de la ayuda mutua). Etcétera, etcétera.
El segundo paso es conocer si, además del atraso de la obra, no hay otros problemas en la marcha del proyecto:
-¿no hay problemas económicos? ¿Qué dice el presupuesto de saldo de obra?
-¿no hay problemas financieros? ¿Qué dice el flujo financiero?
-¿no hay problemas internos en la cooperativa (comisiones que no funcionan, falta de información, enfrentamiento de grupos, verticalidad, y tantos otros)? ¿qué dice el informe social?
-¿no hay problemas en el asesoramiento técnico (falta de seguimiento, programación incorrecta, poco apoyo social, poco apoyo económico, etcétera, etcétera)?
-¿hay un contacto fluido con la Federación, a efectos de recoger la experiencia acumulada en ésta a lo largo de más de cincuenta años?
Y si existe alguno de estos problemas, su solución también tiene que ser parte de los cambios necesarios para que cambie la marcha de la obra.
Finalmente, el tercer paso es reorganizar la obra (y si es necesario, reorganizar la cooperativa) adoptando las medidas que sea necesario, en:
-el trabajo de las comisiones y la mejora de la autogestión
-el cumplimiento y eficiencia de la ayuda mutua
-el trabajo del instituto
-el trabajo del capataz y los contratados
Esta reorganización se debe traducir en un cronograma ajustado, que es el que va a acompasar el plazo propuesto con las estrategias a tomar para alcanzarlo, las que pueden implicar medidas en todos los aspectos mencionados. Es conveniente, además, que se hagan programaciones parciales de plazos más cortos (por ejemplo, mensuales), con las metas correspondientes, para poder lograr, haciendo los ajustes necesarios a tiempo, que el nuevo plazo planteado se cumpla. Todo esto debe compartirse en la asamblea de la cooperativa: reprogramación, programaciones parciales, metas de corto plazo, y elaborarse en conjunto entre cooperativa, IAT y capataz.
Quizá también sea conveniente pensar en algún estímulo a los contratados por rendimiento, estudiar la posibilidad de subcontratar algunas tareas complejas, organizar alguna jornada solidaria para generar avances más fuertes y muchas otras cosas que en estos casos se han utilizado y han servido para dar un empuje fuerte a una obra que lo necesitaba.
Y, sobre todo, tener en cuenta que estos no son problemas de la directiva, de la comisión de obra, la de trabajo, o cualquier otro grupo, sino de toda la cooperativa, y que para solucionarlos toda la cooperativa debe participar, todas y todos deben conocer e internalizar lo que está pasando, y comprometerse con solucionarlo y hacerse cargo de que así sea.
Equipo DAT