EL VÍNCULO CON LA TIERRA EN ISLA MALA
Una de las cooperativas pioneras por ayuda mutua rebosa de consciencia medioambiental
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Foto: Equipo Comunicación de FUCVAM

El vínculo territorial entre las familias que habitan la cooperativa 25 de mayo y la tierra es de una gran fortaleza medioambiental.

Blanca Ester Arén vivió desde siempre en Isla Mala. Primero en la casa de campo de su madre. Después se mudó cerca, a sus 16 años, cuando comenzó a construir su casa en unos terrenos cercanos concedidos a una de las primeras cooperativas de vivienda por ayuda mutua. La cooperativa comenzó a ser habitada unos días antes a la fundación de FUCVAM, el 22 de mayo de 1970. 

Un día soleado de junio de 2024, 50 años después, Ester se dedica a recibir a un grupo de esos constantes visitantes a la cooperativa. A la cooperativa 25 de mayo, la visitan desde programas radiales a ilustres personajes de la política. Se puede advertir por el itinerario y la lucidez con la que una experimentada cooperativista cuenta las cosas.  

Construida en una dimensión de 100 hectáreas, está ocupada por 28 casas en una extensión de una hectárea y un parque de tres, la pionera cooperativa tiene un fuerte vínculo con su tierra. Es, además, la única que cuenta con saneamiento en la zona rural de 25 de mayo y, casualmente, fue un sistema para abonar una serie de árboles frutales. 

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“Naranja de ombligo”, aclara Ester que desde el principio recibe a los visitantes con un cartel pintado a mano que nombra su casa. Esa manera de habitar continuará por el camino a través del parque público de la cooperativa. Una extensión de tres hectáreas y unos 137 árboles, 78 nativos y el resto exóticos. Cada árbol tiene su cartel, que con los frutos del ceibo dibujados o la flor lila de la rama negra, y acompañados por el nombre de cada niño o niña nacido en la cooperativa.

Cada una de las 28 casas tiene su amplio fondo, sus ventanas son triangulares para que dé luz en todas las habitaciones y, en una caminata interna, a través de una calle ladrillo, el o la visitante puede toparse con un Museo de botellas, en cuyo frente está pintado el pabellón nacional, un gran cartel que homenajea a los y las trabajadoras ferroviarias y a quienes construyeron, tanto mujeres como hombres, la primera cooperativa de ayuda mutua en Uruguay: 25 de mayo.

El camino hacia el saneamiento

 

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En el jardín de Ester, está nutrido de suculentas, y tiene dos tipos de árboles que esperan a ser plantados: una rama negra y un plumerillo rojo. Irán para la parte exótica, con sus respectivos carteles pintados por la guía de su tierra, Ester. Silvana Arén Frontera, su hija, acompañará sus pasos al igual que con su oficio: ambas son enfermeras. 

Al abrir la portera, Ester comenta que las 53 casuarinas, en cuyas copas descansan una decena de cotorras y picudos, cortan los vientos del sur del parque de la cooperativa. En ese predio también hay, apartados, una tirolesa y un tobogán. Aunque las niñas y los niños no lo están usando, porque tras las lluvias, el suelo se hizo barro. 

Mientras Ester y Silvana caminan por el parque, al listado de las casuarinas se le sumaran sauces, arrayanes, olivos, ibirapitás, timbós, una arza, lapacillos, lilas rosadas, un taruman con espinas, anacahuitas, plumerillos rojos. “Ese sauce tendrá 12 años, ese timbó cinco, por detrás de las casuarinas, lo exótico, de acá para allá, lo nativo”, detalla Ester mientras la sombra de los petisos árboles nacionales va reduciéndose. 

“Y por allá”, señala al finalizar el trayecto por el parque, mientras de lejos se oye un tero, está el saneamiento cercado y con ramales, que es nuestro saneamiento sustentable”. Al irse acercando al límite del parque, Ester aclara que si bien el saneamiento fue construido en 2006. Años después, en 2011, tuvieron que cercarlo con alambrado: “tiraban cajas de basura, nylon, de todo y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) nos recomendó cercar”. 

El saneamiento

El arquitecto y exintegrante del Departamento de Asesoramiento Técnico (DAT), Leonardo Pérez, sostuvo en diálogo con El Solidario, FUCVAM en 2006 apoyó a la cooperativa a construir su sistema de saneamiento, varios ómnibus con militantes y dirigentes de la Federación partieron desde la capital para construir un sistema de saneamiento para la cooperativa 25 de mayo. 

Como un sistema de riego subterráneo, el wet land, se caracteriza por instalar cañería con aberturas a unos 50 centímetros bajo tierra, mientras, por gravedad, los sólidos van derivando en un pozo. 

“Las aguas se van moviendo por gravedad, y los caños están colocados en zanjas de pedregullo. El punto es que se hacen en los caños pequeños agujeros con un hilo de cobre, de esa manera las raíces de la vegetación cultivada encima no toca el líquido y va filtrando la materia utilizando de abono y, al mismo tiempo, va drenando el terreno y lo va depositando en un pozo en el medio”, explicó el arquitecto.

“Los pozos fueron cubiertos por membrana plateada y fueron soldadas al pozo, arriba hay varias capas de piedras de diferentes tamaños, ahí es por donde se extienden los ramales”, aclara Silvana. 

“Allá están los piletones”, señala por su parte Ester, cuya cobertura con cemento evita que el líquido rebalse instalando la materia en los pozos. Lo que pone en riesgo la salud humana: “el verdadero peligro es el líquido”, continúa la guía de la cooperativa, mientras aclara que los ramales de la primera punta son cañas tacuaras y las de la segunda etapa “totora”. La filtración de líquidos permite también la plantación de árboles frutales, como afirma Pérez y detalla Ester: “con naranja de ombligo y comestibles, por supuesto”. 

 

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