UFAMA se construye frente al puerto de Montevideo y la intención es finalizar, para 2024, un edificio de siete pisos que albergue a 49 familias, en su mayoría mujeres afrodescendientes. La construcción del esquelético edificio comenzó en 2022 y, según una de sus directivas, Jhoanna Martínez, el acceso a un terreno céntrico es parte “de la reparación histórica” por parte del Estado Uruguayo.
Las UFAMA es un programa con diez años de vida e intenta, en conjunción con diferentes organizaciones cooperativistas de reparación y Mundo Afro, construir casas para mujeres afrodescendiente y jefas de hogar en Palermo, Ciudad Vieja o Barrio Sur, de donde es originaria la población. UFAMA CUAREIM es una de ellas junto a UFAMA CODO A CODO, UFAMA IDENTIDAD y, la primera, en UFAMA AL SUR.
Mientras una de las cooperativistas duda de si tiene una viruta en su ojo o algo de material que distorsione su visión y descansa en uno de los mullidos sillones del son de la obra, Jhoanna advierte que el paso del tiempo y la falta de acceso a trabajo formal por parte de las cooperativistas lleva a que muchas “mujeres afros hayan quedado en el camino”.
El 90 por ciento de la cooperativa está integrada por mujeres jefas de hogar y adultas mayores. La obra, ese trabajo que conlleva de 21 a 30 horas semanales, a veces se hace incompatible con la realidad de las artesanas, empleadas domésticas y madres afrodescendientes solteras.
Al día de hoy, si bien “el tema de cuidados ha sido tratado en la cooperativa”, poco integrantes originales del proyecto continúan. Según Jhoanna, su directiva, el proceso de la construcción de vivienda no es solo el construir una casa, sino que trata de “poder formar un colectivo” que piensa en comunitario y esta concepción política puede, muchas veces, no encontrar empatía en la población blanca.
“En 1978 el conventillo Medio Mundo es desalojado por la dictadura. Las autoridades del momento argumentaron que había problemas estructurales en la construcción, pero no era cierto. Allí se formó una de las primeras cooperativas de UFAMA. Y si bien no viven allí las personas afro que fueron expulsadas por lógicas patriarcales, genocidas y racistas, hoy habitan ese espacio sus nietos, sus hijos y familiares. Su historia y lucha está invisibilizada, como la de muchas mujeres afrodescendientes”.
“Es muy difícil para la población afrodescendiente acceder al dinero para construir. Obviamente, hay gente, blanca especialmente, que puede pagar 50 mil dólares e ingresar a la cooperativa porque tiene dinero. Pero habría que poner ojo en que la mayoría de las mujeres afro que comenzaron la cooperativa quedaron por el camino. Una mujer que vivía de artesanías, por ejemplo, no pudo pagar la cuota y se tuvo que ir. Y es injusto para las mujeres afro que esta realidad no se pueda debatir, ni ver”
“La mayoría venimos de barrios periféricos y se nos hace cuesta arriba la obra con el tema de cuidados. La otra vez, para poner un ejemplo claro, comenzaron las clases y la mayoría no pudo venir a la obra. El capataz se enojó, pero bueno, es la realidad. Son los tiempos con los que contamos”.
Jhoanna Martínez, 27 años, La Unión