EXPERIENCIAS DEL COOPERATIVISMO CON LA VULNERABILIDAD EXTREMA
Aprendizajes y experiencias de la Franja 1 con Javier Vidal
Equipo Comunicación FUCVAM
Retrato a Javier Vidal en FUCVAM - Fotografía: Equipo de COMUNICACIÓN

Con la intención de analizar la experiencia de la Federación, la llamada “Franja 1”, El Solidario dialogó con el educador social y referente de las cooperativas de esta franja en FUCVAM, Javier Vidal.

Tras varios años de ser referencia en los proyectos cooperativos de vivienda que integraron a población de “ingresos informales”, el educador social Javier Vidal analiza aprendizajes y aconseja a las experiencias futuras

Sobre la mesa estuvieron presentes dos documentos: las recomendaciones que educador social redactó para la Dirección Nacional y la evaluación de los programas hecha por las cooperativas que se realizaron sobre su proceso e incorporación a FUCVAM.

Aunque, Vidal esbozó algunos reparos, más vinculados a su análisis de la sociedad como científico social que a resultados concretos, su principal punto era visualizar el acceso a las viviendas cooperativas “desde la integralidad de la propuesta”, más allá de “la experiencia de la construcción”.

Una de las recomendaciones hechas por el educador social, en diálogo con El Solidario, fue que las capacidades adquiridas durante el proceso de autoconstrucción de la cooperativa pudieran certificarse a través de instituciones como el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional o la UTU.

“Se puede adoptar un sistema dual, es decir, hacer el proceso de ayuda mutua y agregarle un componente de capacitación que permita perfeccionar lo que se aprende en la práctica. Después de la primera experiencia de Franja 1 – iniciada durante el gobierno de Lacalle Herrera - muchas de las personas que accedieron a su vivienda a través de la ayuda mutua, pudieron utilizar esa experiencia y acceder al campo laboral formal”, enfatizó Vidal.

El contexto de los Núcleos Básicos Evolutivos

La expresión “Núcleos Básicos Evolutivos” estuvo dentro, fue el buque insignia de la política pública de vivienda durante el gobierno de Lacalle Herrara, en la que, según directrices del Banco Interamericano de Desarrollo, aquellos sectores de menores ingresos o ingresos informales podrían obtener préstamos con devoluciones de 2 Unidades Reajustables, amortizables en cinco años para que esta población pudiera construirse casas de unos 32 metros cuadrados.

Vidal fue uno de los referentes de FUCVAM en instancias de diálogo con el recién formado Ministerio de Vivienda.“Cuando se crea el Ministerio de Vivienda se reordena en primera instancia la parte administrativa y en aquel entonces el Fondo Nacional de Vivienda, que dependía desde 1978 del Banco Hipotecario del Uruguay, estaba prácticamente desaparecido”, relató el educador social, para luego indicar que durante este reordenamiento el ministerio “quiso ubicar dónde iban las cooperativas en su gestión”.

Durante las negociaciones, en oficinas que pertenecían a AFE, porque el Ministerio no tenía sede todavía; la arquitecta Diana Méndez estuvo designada para elaborar un esquema de inserción de las cooperativas de vivienda dentro de la política pública

Transcurridas las negociaciones se lograron algunos avances como “estructurar los proyectos a partir del valor de tasación de la vivienda”. Si el ministerio se proponía construir 40 viviendas, se calculaba el valor de una casa en particular y ese valor lo multiplicaba por las 40 casas”, ejemplificó el educador social.

En el nuevo esquema las cooperativas perdían la integralidad del proyecto porque todo el esquema del nuevo Plan Nacional de Vivienda estaba pensado en soluciones individuales y le costaba asumir los proyectos colectivos.

Al mismo tiempo, llega a FUCVAM, previo paso por la Junta Departamental, un grupo de desalojados de una pensión de la calle Ituzaingó y, con la particularidad de que el grupo estaba integrado por núcleos familiares de ingresos no formales.

En este contexto de negociación con el nuevo Ministerio, se logró incluir este grupo de 20 familias en el programa de Núcleos Básicos Evolutivos con la particularidad que no iban a ser beneficiarios individuales, sino que ingresaban como cooperativa.

El terreno fue adjudicado por la Intendencia de Montevideo, lo que aceleró el proceso, y luego se tuvo que hacer mucha presión para concretar los trámites del préstamo, a partir de un grupo que no tenía ninguna experiencia gremial. Ese es el origen de COVIITU 78, la primera experiencia de Franja 1.

Hoy, son unas 20 cooperativas como Leandro Gómez, COVITRAB, COVIHON 2, COVILACAR, CONVINUE, se consagraron como ejemplo de una política que con participación de FUCVAM, pudo resolver el acceso a la vivienda de cientos de personas en clave colectiva y haciéndole frente a “la crisis civilizatoria”.

El prejuzgamiento y la crisis civilizatoria

El primer proyecto de estas características se concretó con las personas desalojadas de la calle Ituzaingó. La Intendencia de Montevideo concedió un predio en Bella Italia. A partir de ahí se formó Leandro Gómez, en un predio privado ocupado por decenas de familias, y le siguieron otras en otros barrios.

Durante el proceso de conformación de cooperativas, el primer obstáculo con las personas fue enfrentarse a una concepción de la vida a partir de lo estrictamente individual, signado por el esfuerzo de ganarse la vida en el día a día, y pasar a pensar y hacer las cosas colectivamente.

“El programa tuvo sus altibajos, en primer lugar, vos tenés que lograr que la política pública te incluya. Después, tenés que enfrentarte a un sujeto social que ha desarrollado una manera profundamente individual. La exclusión social te lleva a vivir día a día, es un proceso complejo que no es igual en todas las personas, muchos han tenido que vérselas solos para trabajar: ya sea trabajando con una máquina de coser en tu casa o saliendo todos los días a ver que se puede conseguir”, explicó el educador social.

“Cuando vos invitás a un proceso colectivo, tienes que sumar todos los elementos: el ambiental, el social, el económico, y muchas veces enfrentarte a valores que el sujeto ha perdido desde la valoración de la vida comunitaria”, aseguró el educador social.

Otras cuestiones planteadas durante la ejecución de esta política pública fue enfrentarse, como en toda comunidad, a la “violencia de género” que en una cooperativa “se sancionaba colectivamente”, pero según observó Vidal, los referentes técnicos y militantes en aquella época “no teníamos las herramientas suficientes para identificarlo y abordarlo”.

No fue casual que en aquellos años desde el Centro de Formación se organizara el Primer Encuentro Nacional de Mujeres de FUCVAM, en COVINUVI (Durazno) y se realizaron talleres con las pocas organizaciones feministas que existían.

Aunque a nivel militante la participación de las mujeres se reducía a las Comisiones Fomento, según Vidal, fueron las mujeres quienes ocuparon el rol de gestión en las obras: “muchas veces el valor de las certificaciones representaba para las personas un monto que significa muchos meses de ingresos, el monto los abrumaba, las mujeres en ese sentido manejaban con más eficacia el gasto que los hombres”.

Una “dimensión” difícil de tratar durante el ejercicio de “Franja 1” fue trabajar la capacidad de “proyección futura”. “Se trata de personas que están acostumbradas a vivir el día a día, y no tienen salarios que duran 30 días, los proyectos de obra duran unos 18 meses o más y es complejo también desarrollar una identidad barrial o decirles que en ese barrio pueden quedarse hasta que la muerte los lleve, se le devuelve a la persona la capacidad de soñar y de pensar cosas hacia adelante como también su lugar en el mundo”, aseguró para luego añadir: “si en aquel momento fue difícil, hoy asistimos a una crisis civilizatoria generalizada y emprender nuevos proyectos demanda mayor esfuerzo y creatividad”.

A modo de conclusión, el antropólogo sostuvo que pese a las “sorpresas” y prejuzgamientos que se encontraron dentro de FUCVAM o de los técnicos al desarrollar esta política, “muchas familias lograron al final del proceso identificar a FUCVAM como una institución a la cual recurrir en caso de necesitar ayuda”.

La inserción de las cooperativas de Franja Uno en el Programa de Núcleos Básicos Evolutivos fue un triunfo político de la Federación, una derrota a un modelo asistencialista y clientelar que ofrecía un modelo de solución habitacional que atentaba contra la dignidad de las personas. Hoy las cooperativas de Franja Uno tienen un desarrollo pleno, han avanzado y siguen soñando con mejorar, sin embargo, los Barrios de Núcleos Básicos están estancados, tienen muchos problemas y nadie se hace cargo. Son el símbolo de las cosas mal hechas.

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