FUCVAM ES EJEMPLO DE ACCESO A VIVIENDA PARA EX RELATORA DE LA ONU
Raquel Rolnik lamenta que “la vivienda más que una mercancía sea un activo financiero”
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Raquel Rolink

Como la política que formuló la creación del Ministerio de las Ciudades en Brasil durante el primer mandato del actual presidente Lula Da Silva y como la urbanista autora de “La Guerra de los Lugares”, Raquel Rolnik, lamenta que la vivienda más que una mercancía sea “un activo financiero”.

Según analiza la ex relatora de la Organización de Naciones Unidas, en la construcción de infraestructura, se concentra la principal capacidad de negocio de muchos privados. Tanto así que las políticas de Estado se ponen a disposición para la obtención del acceso a la vivienda a través del crédito y de bienes producidos por privados.

El poder y la ferocidad por la vivienda por este “activo financiero”, está cada vez más concentrado en las esferas privadas. Como ejemplo de este proceso, Rolnik mencionó a las plataformas digitales, donde los propios propietarios colocan sus anuncios, limpian, pagan tributos por sus inmuebles pero la más enriquecida es la plataforma. Tras visitar diversos países durante su relatoría en la ONU, Rolnik advierte que no solo hay un avance de los grandes capitales por el territorio y las infraestructuras de la ciudad, sino que hay un retroceso estatal que más que poder proporcionar un Derecho Humano, garantiza la capacidad de compra de un bien.

En su libro “La Guerra de los lugares”, usted denominó al proceso de neoliberalización de las políticas, como “financiarización de la vivienda” ¿a qué se refiere este concepto?

La vivienda más que mercancía es un activo financiero. La población accede a la vivienda producida únicamente por el mercado. Aunque depende de la situación específica de cada lugar y la inserción macroeconómica del país, la política de vivienda es neoliberal. El Estado debería proporcionar viviendas para quienes no tienen acceso, ya sea por ingresos, o porque paga rentas. A partir de los 70 el neoliberalismo, como política predominante para el acceso por propiedad o por alquiler, comenzó en Estados Unidos con el expresidente Roland Regan, en Reino Unido con Margaret Thatcher y Chile con el exdictador Augusto Pinochet. En muchas partes del mundo para proveer viviendas no se ha configurado ni una política de redistribución o redistribución de ingresos.

¿A qué se refiere con “activo financiero”?

La vivienda es un campo de inversión para un capital financiero globalizado. Creo que esto ha transformado muy radicalmente las políticas de vivienda en el mundo. El Estado renunció completamente a proveer viviendas y gerenciar su acceso como algo colateral. Como política pública, el Estado destina mucho dinero a que se abran las puertas de la producción de vivienda social, pero a través del crédito. El planeta ha vivido una crisis de vivienda a escala global y tenemos una emergencia. Los trabajadores acceden a la vivienda únicamente a través de créditos y la vivienda se transforma en algo colateral, en una especie de garantía para acceder a más capitales. El Estado no ha puesto muchas fronteras y los capitales han tomado a la vivienda como una garantía de acceso. Más que políticas gerenciadoras, las políticas son facilitadoras.

En la traducción al español en una edición de 2015, Ana María Vásquez, definió su libro “La Guerra de los Lugares” como una cartografía donde analizó la situación de países como Reino Unido, Chile, Brasil, Argentina y Croacia, ¿cómo pudo analizar países tan distanciados entre sí?

Aproveché la experiencia como relatora especial para el derecho a la vivienda para la información que pude concentrar, para poder dar un panorama más global de este proceso. 

También sugirió que este proceso de “financiarización” de vivienda, con escalas globales, inició en países como Reino Unido y Estados Unidos.

Y en Chile, en el caso de América Latina. Este país ha sido el gran laboratorio de políticas neoliberales. El modelo chileno apuntó a una producción masiva de la vivienda en propiedad al movilizar subsidios públicos. Básicamente, los créditos sirven para que la gente pueda comprar una propiedad producida por el sector corporativo. Esto ha provocado que la producción se concentre en muchos lugares de donde se construyen viviendas sin ciudad. Por otro lado, otras formas de acceso como las viviendas autoproducidas han ido en decaimiento. Al mismo tiempo, la producción de acceso social se concentra en las afueras y el acceso es a viviendas sin ciudad. En Santiago se visualiza esto especialmente. El modelo fue introducido en varios países, como, por ejemplo, México. Y en Brasil, el programa “Minha Casa, Minha Vida”, también es semejante.

¿Ese programa se llevó a manos del gobierno progresista de Luiz Inácio Lula da Silva?

Sí, ese programa se concretó en el primer mandato de Lula. Estuvo muy basado en el modelo chileno e incluso con muchos de los fondos de inversión global, que entraron en Chile para financiar esta producción masiva. Fueron los mismos capitales que entraron en Brasil durante la construcción de la política de respuesta habitacional para los sectores populares: Minha Casa, Minha vida.

Tu estuviste como secretaria general del programa urbanos del Ministerio de las Ciudades, justo cuando se creó esta cartera, a partir del 2003, también mencionaste durante una entrevista concedida a la diaria, en Brasil, el 85 % de la población que vive en favelas o casas autoconstruidas con créditos estatales ¿cómo afectó esta realidad a la hora de construir una política pública en torno a la planificación de la ciudad y la proporción de vivienda?

Fui parte también de la creación del Ministerio de las Ciudades. Hubo una ilusión muy grande en construir un marco de desarrollo urbano nacional, más incluyente, y tuvimos la intención de formular una política pública con base en las reivindicaciones históricas de los movimientos sociales. Nuestra idea era construir un sistema nacional de vivienda social, con la creación de un Fondo Nacional de Vivienda en tres niveles: el estadual, nacional y municipal, local. En este sentido, se movilizaron subsidios y distintas opciones de política de vivienda. Los programas estuvieron vinculados a la urbanización de asentamientos, la promoción de vivienda nueva, en alquiler y vivienda cooperativa. Con especial hincapié en programas de autogestión. Desafortunadamente, el modelo hegemónico fue el de Mi casa, mi vida – por su traducción al español- cuya naturaleza no salió del área de vivienda político-urbana, ni de la coalición con movimientos sociales y profesionales de arquitectura, de urbanismo y arquitectura. En realidad, el programa surgió del Ministerio de Economía porque el gobierno brasileño tenía que encarar la crisis financiera hipotecaria e internacional que empezó en Estados Unidos, en 2008. Esto contaminó a todo el planeta con una crisis seria y la estrategia del gobierno brasilero fue keynesiana, o sea, contrarrestar la crisis promoviendo la dinamización económica y de empleo a través de la construcción. En definitiva, el origen del programa, la principal política de vivienda del periodo no salió de las luchas de los movimientos de la ciudad.

O sea, que se promovió la producción de viviendas y la dinamización del sector de la construcción, ¿el objetivo se tradujo en emplear mano de obra?

Sí, esa fue la principal motivación económica. De tal manera que el programa tiene muy poco que ver con lo que era el contenido histórico de la lucha de los movimientos. Uno de los principales puntos de la plataforma de los movimientos es apoyar la autogestión y la modalidad cooperativa. Solo a uno por ciento del presupuesto se destinó a la modalidad de la autogestión. Fue más excepcional que el centro de la política. Por esta razón dejé el Ministerio de la Ciudad y me quedé solo en el primer mandato. No creía en que ese debía ser el principio de las políticas que estábamos impartiendo.

No hubo, entonces, avances en la planificación de ciudad como puede ser la regulación de las periferias o destinar a las cooperativas tierras céntricas, en definitiva, ¿te parece que no se avanzó en una política de uso de los suelos o terrenos de la ciudad?

Exacto. El efecto también ha sido que hubo una producción masiva, fueron más de 4 millones de viviendas producidas muy rápidamente, con un subsidio alto para que sea accesible para la población con ingresos más bajos. Pero se produjo un proceso muy semejante a Chile o México, se construyeron grandes conjuntos en las afueras de la ciudad. 

Después de estar en el Ministerio de las Ciudades de 2003 a 2007, como dijiste, ¿pasaste a ser relatora especial de la ONU para el derecho de vivienda adecuada de inmediato?

Sí. Salí del ministerio en inicios de 2007, y el proceso de selección de la relatoría que es un proceso de selección público del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas fue en 2008, empecé mi mandato en mayo de 2008, me quedé hasta 2014. Es importante decir que parte del éxito que ha tenido mi candidatura para este puesto ha sido por el apoyo del gobierno brasilero a mi nombre como relatora estábamos durante el gobierno de Lula y Dilma, fue uno de los países que apoyó mi candidatura. 

¿Por más de que hubo diferencias políticas, entonces, se respaldó tu profesionalidad? 

Exacto. Porque tengo una historia muy larga hablando un poco de la historia académica y de investigación y profesora. El próximo año voy a cumplir 50 años de docencia. Siempre estuve muy vinculada al activismo también, tengo conexión con muchos movimientos y estoy empapada de sus luchas por la vivienda y por el espacio de la ciudad. Más allá de São Paulo o Brasil. Durante la relatoría tuve la oportunidad de vincularme con entidades y movimientos de Estados Unidos, Reino Unido y España. Mi trayectoria siempre estuvo vinculada a la investigación académica, la docencia y el activismo.

¿Desde tu perspectiva los movimientos sociales deben tener una incidencia más marcada en la construcción de la política pública?

Es absolutamente básico. La política de vivienda de un Estado no puede estar únicamente vinculada a la construcción civil de manos del sector financiero o por crédito inmobiliario. Muy raramente se desarrollan políticas con participación de movimientos vinculados a la vivienda o a la gente que la necesita. Incluso el concepto de déficit de vivienda, que es algo central en las políticas de vivienda, deriva de la industria de construcción. El déficit es únicamente presupuestario, es decir, si se dice déficit solo abocamos las políticas a la producción de vivienda nueva. Esto hegemoniza las discusiones de política de la ciudad. Porque los sectores financieros siempre estarán detrás de la construcción de infraestructuras para hacer negocios.

En tu libro “Guerra de los lugares” también definís un proceso de “colonización de tierras” en las ciudades, ¿pero qué efectos tiene en la política pública?

Se trata de la captura del territorio de la ciudad por los deseos de rentabilidad financiera, del complejo inmobiliario financiero y el del complejo infraestructural financiero también. Porque los fondos de inversión globales están por detrás no solamente de la producción de ciudad, de ciudades, de centros comerciales o de residenciales, sino también de las infraestructuras públicas, de las redes de agua, de alcantarilla, de las redes de transporte, de los sistemas de infraestructura pública. Eso determina dónde y cómo se va a conducir a las ciudades. Los capitales capturan totalmente a la ciudad y están menos abiertos al conflicto distributivo entre territorio y ciudad.

¿Este proceso de concentración de suelos ha llevado a que los capitales más o menos sean los mismos? ¿O se diferencian según cada país?

El capital financiero está cada vez más globalizado. Es muy difícil separar cuál es el excedente de capital financiero que circula en un país porque no hay barreras para esta circulación. Es parte de la liberalización de los Estados. Al mismo tiempo, se desarrollan en los países una especie de mercado secundario con las hipotecas. Los agentes financieros ponen a disposición la forma de pago para futura compra o pagos que garanticen el alquiler. Esto sirve para volver a remarcar que la vivienda no es una mercancía, sino un activo financiero en el mercado global. A esto se le denomina securitización del crédito de alquileres. En algunos países se han desarrollado las hipotecas, de manera secundaria, como modalidad de acceso. Algo que era más común en Estados Unidos, por ejemplo, en Brasil este mercado es secundario y no es muy relevante, pero está creciendo.

Al mismo tiempo, hablas de un avance hacia la digitalización de los capitales y ejemplificas con AirBnb.

Exacto. Mira AirBnb es un ejemplo muy interesante del horroroso y perverso que es la financiarización al acceso a vivienda. Es un fondo de inversión internacional con capital abierto en la bolsa de Nueva York. ¿Cómo es remunerado este fondo? Con la autoexplotación las casas de la gente, sus inversiones, su trabajo de hacerlas y ponerlas en alquiler. La gente tiene la casa, hizo el esfuerzo de construirla y de pagar. Las personas autogestionan todo desde el anuncio de alquiler en la plataforma hasta la limpieza. El fondo gana intereses, o sea AirBnB sin hacer absolutamente nada. Lo único que asegura es la disponibilidad en una plataforma digital. Es una locura: el capital financiero ganando dinero a partir de esfuerzos colectivos de muchos otros.   

También fuiste directora de planificación de tu ciudad de São Paulo ¿cuáles fueron los principales obstáculos a los que te enfrentaste? 

La experiencia de planificación de São Paulo sucedió en 1990. Hace muchos años, en el marco de una administración popular democrática de Luiza Erundina del Partido de los Trabajadores. Hoy no está más. Pero sigue siendo una lideresa muy importante. Siento mucho orgullo de haber sido parte de un gobierno municipal muy innovador en términos de participación social. Con un fuerte apoyo a la autogestión. En términos de planificación, no logramos aprobar en el Concejo Municipal una propuesta más disruptiva de planificación porque teníamos minoría de los votos. Pudimos, de igual manera, poner sobre la mesa y la agenda la posibilidad de intervención en la ciudad, que después poco a poco se introdujo en São Paulo. Ahora estamos en un proceso de regresión. Aunque hay algunas zonas dentro de la ciudad que gracias a nuestra propuesta son zonas destinadas al interés social. La zonificación de la ciudad fue una propuesta interesante y muy debatida.

¿Pasó a formar parte ese diseño de política de planificación con la participación popular?

También. Pero que tampoco existe más. Desafortunadamente, la participación se transformó en una especie de teatro de participación, pero sin ninguna capacidad de incidencia real sobre los procesos. Esto es muy claro.  

A menudo mencionas a FUCVAM en cuanto a un ejemplo de política habitacional, ¿por qué?

Tengo una enorme admiración con el trabajo de FUCVAM porque mirando el escenario internacional tiene una política de apoyo de vivienda cooperativa que sigue después de tantos años. Después de tantos procesos de liberalización de los Estados, después de tantas presiones en el sentido contrario, creo que es un éxito increíble. A partir de la experiencia en la relatoría especial pude darme cuenta de que teníamos varias formas de acceder a la vivienda cooperativa. La propiedad colectiva como principio de las viviendas cooperativas me resulta importantísima. Y que funcione a pesar del bloqueo. Esta forma de vivienda colectiva no fue tomada por las finanzas, sino que está bajo el control de los trabajadores de territorios populares y no se transforma nunca en un activo que circula en el mercado internacional. No soy ingenua, sé que tiene sus conflictos, sus regresiones, sus contradicciones. Pero tener una vivienda que no se base en el concepto de propiedad privada, rentabilidad o intereses de las finanzas es poder tener un lugar donde promover y proteger la vida. Es la única manera de bloquear las finanzas y de transformar una lucha. En muchos países, especialmente en Europa y Estados Unidos, la vivienda social ha sido desmantelada y destruida. La idea es no volver. Pero el ejemplo de Uruguay y la vivienda cooperativa es muy importante para el resto del mundo.